Ahora les seguiré narrando mis viajes en Colombia, íbamos en yate desde Cartagena íbamos rumbo a las Islas Rosario. Estaba con Veron disfrutando de nuestras vacaciones y conocimos a Tom un americano a quien ayudé a resolver un problema.

Empezamos a conversar bebeindo unas cervezas, él venía de New York y se encontraba viajando solo hacía siete días atrás. Duante la charla, se presenta un muchacho quien atentamente nos mostró un tour por las calles cartageneras para esa noche. Juan Camilo, un tipazo, se gana la vida invitando a turistas a los distintos tours que hay en la ciudad.

Es un jóven que trabaja animando a los turistas que llegan a Colombia a tomar diversos paquetes turísticos nocturnos. Como mi idea no era hacer solamente turismo sino ir de rumba, llamé a Veron para animarla y ella aceptó. Mientras aceptábamos el tour fuimos llegando a nuestro primer destino, el oceanario que se encontraba en las Islas Pajarales.

Aunque para ser sincero yo estaba interesado en probar esos caracoles, me preguntaba si tendrían buen sabor en un ceviche.”

Caracoles.

Apenas pisamos el muelle vimos muchos botes donde los pescadores ofrecian todo tipo de mariscos, sobretodo unos temendo caracoles. En esta isla encontramos muchos atractivos de la fauna marina de la región, sobretodo de los delfines y tiburones gato. Además está el acuario donde habitan especies menores y se concientiza sobre el enorme daño ecológico al contaminar el mar.

Aunque lo primero era recorrer la isla y tomarnos las fotos respectivas de todo lugar que consideramos debíamos recordar. Aunque para ser sincero yo estaba interesado en probar esos caracoles, me preguntaba si tendrían buen sabor en un ceviche. Aunque comentando con Veron, comentamos que lo mejor era no probar cosas que podía intoxicarnos y arruinar el paseo.

Lo gracioso era ver a las garcetas que se la pasaron robándose los pescados con que alimentan a los tiburones.”

Fauna y diversión.

Como dije, el show se lo robaron los delfines como los tiburones, cuyos cuidadores demostraron cuan dura es su piel. Son peces bastante inteligentes, duran bastante fuera del agua y reconocen el llamado de sus cuidadores como si fueran perros. Lo gracioso era ver a las garcetas que se la pasaron robándose los pescados con que alimentan a los tiburones.

Siempre es entretenido ver a los delfines haciendo piruetas y demostrando su gran capacidad de comunicación, fue el evento central. Además se exhiben rayas, tortugas marinas, cardúmenes de peces e incluso un tiburón Toro, ese dudo que se encontrase amaestrado.

Insisto, no soy mucho de gustar de la arena, pero las playas del caribe colombiano son realmente preciosas y disfrutables.”

Isla Baru.

Saliendo del oceanario fuimos rumbo a Isla Barú donde pudimos almorzar, descansar y consumir unas cuantas bebidas en la playa. Habían abundantes vendedores de joyas, pendientes perlas y demás chucherías, supongo que eso es lo común en todo latinoamérica. Pero como todo vendedor que encontramos en Colombia, no eran tan molestos o insistentes como los que hay en Perú.

Durante ese descanso Tom, Alvaro (un amigo bogotano que conocimos en el yate) y yo nos tomamos unas chelas. Veron no se quedo atrás y pidió una piña colada, la cual no pude evitar beber y estaba muy buena. Insisto, no soy mucho de gustar de la arena, pero las playas del caribe colombiano son realmente preciosas y disfrutables.

Y todavía quedaba la noche para salir a parrandear por la ciudad, pero eso será contado en otro momento.”

Regresando al hotel.

Luego de pasar la tarde en estas hermosas islas de Colombia regresamos a Cartagena a prepararnos para el día siguiente. Durante el trayecto el host del bote nos ofreció un buen espectáculo con chistes, intervenciones del público y mucho baile. Y todavía quedaba la noche para salir a parrandear por la ciudad, pero eso será contado en otro momento.

Aunque en realidad tomamos muchas más fotos, acá les pongo solo algunas imágenes del Oceanario y las islas Rosario.

Continuará…